Lisandro Mogliati estuvo en la Escuela de Gobierno 2021

Les propongo dividir la charla en tres temas para tratar de analizar el comercio exterior y el desarrollo exportador. El primero es trazar un estado de situación del Mercosur, con sus discrepancias y consensos, que considero vital para la inserción argentina a nivel global; el segundo ver la situación del comercio exterior en Argentina, el superávit de la balanza comercial y la re-primarización de las exportaciones y el tercero, ver la intervención estatal en el comercio exterior, analizar la pugna por la exportación de la carne, sin tomar partido de un lado u otro de la grieta, sino dando información para que cada uno pueda sacar sus propias conclusiones”, enfatizó Lisandro Mogliati, licenciado en gestión de negocios internacionales, en el marco del ciclo de charlas sobre el “Sistema productivo argentino – Economías Nacionales”, que organiza por la Escuela de Gobierno del Instituto IDEAS, en el que puntualmente se refirió al tema “Argentina en el contexto mundial”.

Mogliati dijo que, para comprender el tema, es importante saber que en materia de comercio exterior estamos dentro de un tratado internacional, el ‘Tratado de Asunción’, que, en 1991, dio marco al Mercosur, firmado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, a quienes luego se sumaron Bolivia (se encuentra en proceso de adhesión plena) y Venezuela (fue suspendida), que, a diferencia de otros Tratados, como el NAFTA, es además una Unión Aduanera, lo que significa que a la par de liberar los aranceles al comercio de los cuatro países, no se pagan derechos de importación entre Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay”.

“La agenda actual del Mercosur está basada en dos premisas básicas: revisar el arancel externo común, o sea las barreras arancelarias de los países miembros para con los no miembros; y las negociaciones externas, con qué bloques y/o países, y de qué manera, el Mercosur negocia acuerdos de distinto tipo. Eso es lo que hoy se está discutiendo. El arancel externo común, el impuesto a las importaciones, empezó a regir hace ya 25 años en los cuatro países, y hoy ya no tiene sentido porque, comparado con otros bloques, quedó muy por encima. Eso genera algunas rispideces entre los distintos países, que tienen diferentes posturas”, sostuvo Mogliati, quién además de trabajar en su empresa ejerce como docente.

Al señalar algunas de esas rispideces, destacó que “las mega empresas (sobre todo en Asia) con capacidades productivas industriales de dimensiones extraordinarias hicieron crecer las escalas mínimas, dejando fuera de competitividad a diversas industrias regionales, como la química, plástica y hasta la farmacéutica, que hoy encuentran en el arancel externo común (AEC) del Mercosur fuertes barreras. Seguir aplicando altos aranceles en esos rubros es contraproducente. Es una protección que termina siendo negativa. La revisión del arancel es inevitable, todos los miembros del Mercosur coinciden en eso, pero no ven de la misma manera el proceso de reducción. Brasil, por ejemplo, propone una fórmula simplificada, que implica una reducciones lineal y genérica del 10%, sin distinguir si son bienes finales o intermedios, a establecerse para todo el universo arancelario. Esta sería una propuesta de inicio y no la revisión final. Lo plantea como una muestra de apertura global que deberá seguir profundizándose a partir de algún nuevo mecanismo de consenso; quiere mostrarle al mundo que no somos ‘un lastre’ como sostuvo hace poco el presidente uruguayo, Luis Lacalle Pou”.

¿Qué dice a todo esto Argentina? Mogliati aseguró que “la postura es proteccionista. Impulsa una reducción orientada a desgravar los bienes que el bloque regional no produce y escalonar aranceles en el nivel de agregado de valor; es decir, donde hay capacidad productiva no se deberían efectuar reducciones arancelarias para evitar perjudicar a los sectores productivos más vulnerables a la competencia externa. Argentina, lo digo como argentino y como profesional en comercio exterior, no sabe bien lo que busca. Siempre debemos que hacer equilibrio sobre los desequilibrios constantes que tenemos. Es muy difícil poder ofrecer aperturas porque un acuerdo de libre comercio implicaría que de alguna manera se deban bajar los impuestos y promover las importaciones. Eso impactaría en el equilibrio macroeconómico con la salida de divisas. A la Argentina le cuesta mucho poder ser estratégica en esto. En tanto, Uruguay tiene una posición similar a la de Brasil: profundizar una bajar de aranceles y una mayor apertura comercial, al estilo de Chile. Y Paraguay sostiene una postura intermedia entre mayor flexibilización y rebaja de aranceles, pero atendiendo las particularidades y sensibilidades de cada socio, tratando de lograr un equilibrio”.

Mogliati, un apasionado por los temas de políticas públicas, agregó que otra de las cuestiones que se están discutiendo en el Mercosur, donde Argentina tiene la presidencia pro tempore, es que los Estados Partes debe negociar los aranceles de manera conjunta y consensuada, no pueden hacerlo de manera autónoma como pretende Uruguay, que quiere cerrar un tratado de libre comercio con China. La agenda externa del Mercosur no fue exitosa, desde el año 1995; por lo que todavía no está del todo cerrado el acuerdo de libre comercio con la Unión Europea. Es el bloque regional con menor nivel de exportación es en función al PBI y eso habla a las claras de que Uruguay tiene razón y que de alguna manera el Mercosur se quedó un poco en el tiempo. Otro gran problema que tiene es que depende de los poderes Ejecutivo y Legislativo de cada país para internalizar normas. Por todo eso sería muy importante tratar de acelerar acuerdos con emergentes medianos, que son enormes importadores sobre todo de agro alimentos, como Taiwán, Singapur, Turquía, Emiratos Árabes Unidos, que realmente están abiertos a comprar mucho alimento y también tienen con qué hacerlo”.

Con relación al posible acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea (UE), consideró que éste “sería asimétrico y desbalanceado. Hay que tener en cuenta que la UE es el primer exportador mundial y el segundo importador global, que Argentina exporta 35 veces menos que la UE, que sólo participa con el 0,5% del total de las compras externas de la UE, que las exportaciones argentinas a la UE son mayormente productos agrícolas con muy poco valor agregado y que la mayor parte de las exportaciones de la UE a Argentina son bienes de capital. Todo esto pone en una situación desventajosa a la industria del Mercosur en general. Sin contar con otras barreras, en muchos casos fitosanitarias, que no pasan por los aranceles”.

Mogliati, quién además tuvo un paso por la gestión pública en temas de la producción, se metió de lleno en la charla acerca de donde estamos parados y dijo que “hoy Argentina tiene una participación escasísima en el comercio global, a pesar de que vendemos muchísima soja, por debajo del 0,35%, cosa que se acentuó aún más con la pandemia. A principios del siglo XX alcanzaba el 3% del total, perfilándose como ‘El Granero del Mundo’, que sin dudas es un concepto perimido a mi criterio, que carece de un sentido estratégico en cuanto a que la relevancia de toda potencialidad exportadora debería ser un posicionamiento de bienes con cierto valor agregado. Un dato positivo es que en el primer cuatrimestre de 2021 seguimos teniendo la balanza comercial superavitaria, y eso es importante porque al menos desde el punto de vista comercial no hay déficit. Seguimos observando la reprimarización de exportación, seguimos dependiendo básicamente de la soja y de todo el complejo oleaginoso. Casi 1 de cada 3 dólares que se exporta viene de la soja. La soja es a la Argentina lo que el cobre es a Chile, aunque el cobre es aún más relevante en la participación. Los granos explican más de la mitad de las exportaciones argentinas. Hay una concentración realmente importante allí. Los principales socios comerciales fueron Brasil, China y Estados Unidos, en ese orden y en todos los casos con estos países tuvimos y seguimos teniendo déficit en la balanza comercial; es decir, exportamos menos de lo que importamos. En 2020 decrecieron las exportaciones de las manufacturas de origen industrial”.

Más adelante, Mogliati explicó que “hasta mayo la agroexportación permitió que se liquidaran divisas por 13.300 millones de dólares Si lo comparamos con el mismo periodo del año pasado es un 90% más. Es casi el doble, muchísimo. Sobre todo, si tenemos en cuenta el momento de tensión desde el punto de vista económico y financiero en Argentina. Termina siendo el récord en liquidación de divisas de agroexportación de los últimos 18 años. Esto sucede porque la soja está casi a 600 dólares la tonelada, también aumentó el maíz, el sorgo… la explicación está en la cotización de los commodities, pero en definitiva exportar un producto que cotiza es mejor que exportar un producto menos cotizado, que tiene valores en baja. Esto, más allá del incremento de las importaciones que estamos viendo le va a permitir a la Argentina tener equilibrada su balanza comercial y técnicamente podríamos decir que desde el punto de vista del comercio exterior no debería haber corridas cambiarias”.

También sostuvo que “es muy importante el devenir del comercio exterior en función de la política que aplique cada país, de cuanto más liberal o proteccionista sea, de la intervención estatal o cuanta más filosofía neoliberal haya. Ninguna de las premisas conllevan algún prejuicio. Los Estados se mueven entre estos dos extremos

y para eso utilizan instrumentos de política comercial. Nosotros estamos en el Mercosur, donde Uruguay quisiera salir porque pretende ir al libre comercio y sostiene que el Mercosur termina siendo proteccionista porque tiene aranceles altos. Los Estados intervienen, a veces, para proteger la industria, otras para recaudar más o menos divisas. Eso es bueno y a la vez es malo. Intervienen con barreras arancelarias, devaluando o poniendo barreras no arancelarias. ¿A qué voy con esto? A lo que está ocurriendo con la carne. Una prohibición por el término de 30 días de la exportación de carne. Es una barrera infranqueable, porque el Estado tiene la posibilidad de implementarla. No sin consecuencias. La inestabilidad macroeconómica y el intervencionismo estatal, enexceso, terminan deteriorando la evolución del comercio exterior.

En el cierre de la charla profundizó aún más en ese tema de actualidad lo que está pasando en el mercado de la carne: “Dos tercios de la producción de carne bovina se consumen localmente y se supone que es un saldo no exportable. Por otro lado, hubo un aumento interanual en mostrador del 65%, mayor a la inflación promedio y mayor también a la devaluación de la moneda. China compra el 75% de lo que Argentina exporta y si esa demanda se incrementa va a requerir una mayor producción de carne, a traccionar sobre lo que va al mercado interno y, necesariamente, por la ley de la oferta y la demanda, seguramente el precio va a seguir incrementándose. Y si los insumos para la producción aumentan un ciento por ciento hay motivos para sostener que realmente el aumento del precio de la carne en el mostrador tiene cierta relación con la exportación, pero a su vez hay una postura que dice que el mercado interno consume lo que la exportación no se lleva, entonces podrán decir que es falso que la exportación no conecte con el mercado interno. Están también los frigoríficos integrados a las plataformas de comercialización (hipermercados y grandes cadenas de carnicerías), lo que también le dan cierto asidero a esa hipótesis. En ese caso, habría una estrecha relación en la formación de los precios de la exportación y el mercado interno, independientemente de lo que sostienen algunos de que se trata de un saldo exportable. Esto me lleva a lo que hablábamos de que el Estado tiene distintas maneras de intervenir en las exportaciones o en el comercio exterior, a través de barreras arancelarias o con medidas técnicas. Está en cada uno sacar sus propias conclusiones”.