Maia Volcovinsky dió una charla en la Escuela de Gobierno 2021

Luego de una breve introducción en la que resaltó su felicidad por volver a encontrarse con amigos, aunque sea desde la virtualidad, Maia Volkovinsky, dirigente de la Unión de Empleados de la Justicia de la Nación (UEJN), sostuvo, en el marco de la cuarta charla del ciclo “Diálogo y Política”, bajo el título “Diálogo y Justicia”, que organiza la Escuela de Gobierno del Instituto IDEAS, que “la Justicia, en este momento, al menos en la dimensión en la que mediáticamente se la percibe, que es la Justicia Federal, no es precisamente un ámbito de diálogo sino todo lo contrario. Es más bien un campo de batalla de las fuerzas políticas”.

La trabajadora de la Justicia e integrante de la Comisión Directiva de la UEJN aclaró que “tenemos dos carriles principales en los que podríamos evaluar a la Justicia: uno el de la Justicia que va a buscar el ciudadano de a pie, en el día a día, que necesita garantizar el reconocimiento de derechos conculcados o necesita que sea haga cumplir una obligación que no se cumple o necesita que se limite un abuso, y otra es la dimensión desde la que nos bombardean los medios permanentemente y que es esa Justicia mediática, esa Justicia Federal. Entonces, lamentablemente, hoy no podemos hablar de ‘Justicia y Diálogo’ sino que podemos verla como un campo de batalla de las fuerzas políticas. Se está prestando como instrumento de la peor expresión de la política, que es que la grieta alimentada, el enfrentamiento que auto justifica al otro en lo que no hace o hace mal, porque ese enfrentamiento pone las responsabilidades de lo que no se hace, en lo que hace mal el otro, y viceversa. Esos dos polos, en base a eso, construyen identidades y fortalezas. Y la realidad de la Argentina está por fuera de esa discusión. La Justicia está siendo funcional a eso. Porque en lugar de sentarse a dialogar sobre la realidad, sobre lo que pasa, las fuerzas políticas usan a una demanda judicial y la presentan por los medios, se usa un proceso judicial como una plataforma para expresar una voz política, que nada aportan a las necesidades de los argentinos”.

Volkovinsky, con una larga militancia judicial y territorial en la Ciudad de Buenos Aires, aclaró que “siempre son dos para bailar el vals. La realidad es que a las dos fuerzas principales les es muy funcional, para el circo que arman, este escenario. Y para nosotros, los trabajadores de la Justicia que represento, no es algo que nos enorgullezca. No nos enorgullece que la Justicia se preste al circo de lo que la política no hace, que se preste el circo del no diálogo. No avalamos que los jueces se presten a este papel, nos parece que degrada el rol institucional que tiene la Justicia realmente. Nosotros creemos en el sistema republicano de gobierno, creemos en el rol que tiene la Justicia, creemos que está llamada a garantizar los derechos de los ciudadanos y a hacer cumplir las obligaciones de los que no cumplen, y a limitar los abusos de poder cuando ocurren, pero no creemos que tenga el rol de enderezar a la dirigencia política ni de encausar los destinos del país. Para nada queremos que ese sea el rol de la Justicia. Y parece que se la pone en cabeza de tomar las grandes definiciones”.

Quién secundó a Marco Lavagna como candidata a diputada nacional en las elecciones de 2019, se auto preguntó a quién le corresponde tomar esas definiciones y la respuesta fue que “obviamente al pueblo, al pueblo organizado y a su dirigencia. No le corresponde a la Justicia, ni a los jueces, ni a los medios que maximizan esas voces de lo que se dice en ese campo de batalla. Le corresponde al pueblo organizado, que son las asociaciones empresarias, las asociaciones gremiales de trabajadores, los partidos políticos (si funcionarán y fuesen un ámbito de discusión democrática y no solamente de organización para ocupar en un momento el Gobierno, el Estado y administrar los negocios de la colonia o de la pobreza), el culto, las distintas iglesias, las Fuerzas Armadas, los científicos, las universidades, el pensamiento nacional encausado a los objetivos de Nación. Y todos ellos ordenados alrededor de un objetivo común, de una aspiración en común, de la Nación que pretendan en común, pero la Justicia no es el ámbito de construcción de ese diálogo sino, reitero, de todo lo contrario. ¿Cuál es el ámbito de la construcción de ese diálogo? Podemos buscar muchos antecedentes en la historia argentina, algunos más recientes y otros los logrados con el Perón que regresó a la Argentina, y que antes de ese regreso empezó a construir las bases del diálogo y del encuentro de los argentinos para resolver el drama que estaba viviendo la Argentina. De una Argentina que estaba enfrentada en una guerra fraticida, padeciendo proscripciones, dictaduras, que estaba en la decadencia de la gloria que había conseguido durante el gobierno peronista”.

Maia enfatizó que “lo mínimo que tendría que hacer la clase de política de hoy es dejar de discutir en un campo de batalla como la Justicia, o como los medios, y tener la iniciativa que tuvo Perón desde el exilio, la de reconstruir junto a Balbín los lazos de los partidos políticos, la de decir ‘al país lo arreglamos entre todos o no lo arregla nadie’, la de pasar del ‘para un peronista no hay nada mejor que otro peronista’ al ‘para un argentino no hay nada mejor que otro argentino’ y ponerse a hablar sobre lo que hace falta para el país en ese momento. Un primer paso, ahora, sería dejar el campo de batalla de la Justicia, decir sentémonos si tenemos de verdad una vocación por Argentina… Ahora lo que yo pongo en duda es eso: ¿tenemos fuerzas políticas con voluntad de pensar en la Argentina? En la Argentina que queremos, no para usurpar los negocios del Estado. ¿Tenemos voluntad de sacar a la Argentina adelante? Si hay esa voluntad, se podrán reunir los actores. Perón venía de 18 años planeando como loco esa Argentina que había que hacer, y lo que faltaba hacer, las medidas que iba a tomar. Vino con el plan trienal debajo del brazo y en muy poco tiempo volvió a dar vuelta toda la estructura del país, lo que demuestra que en muy poco tiempo se puede hacer lo que queramos en este país, pero para poder llevarlo adelante reunió a las principales fuerzas productivas. Reunió a la CGT, a la CGE, consolidando el pacto social en 1973, un puntapié inicial de las principales fuerzas productivas del país para poder avanzar en sostener ese proyecto que Perón se proponía para su último gobierno. Luego, sabiendo que se iba a morir, empezó a trabajar en desarrollar lo que fue el último legado que nos dejó, que es un trabajo que tenemos que rescatar como clave para seguir adelante: el Modelo Argentino para el Proyecto Nacional. Es nada más y nada menos que la reafirmación de lo que él había hecho. Y lo deja por escrito. No hay que hacer un análisis de los hechos políticos más trascendentes del último Perón, sino que él mismo lo dejó escrito. Nos dice éstas son las fuerzas vivas de la Argentina, estos son lo que tiene que estar sentados y tiene que participar del diseño institucional del país y tienen que llevarlo adelante. Habla de la academia y de los científicos, de las Fuerzas Armadas, de los sindicatos obreros, de las asociaciones empresarias. Le dedica a cada uno un capítulo sobre el rol que deben desarrollar. Hoy ni siquiera estamos en condiciones de sentar a las fuerzas políticas, estamos bien lejos de eso. No han citado a las fuerzas vivas ni han desarrollado un programa de lo que queremos como país. ¿Hoy hay algún político de los que conocemos que venga con un plan debajo del brazo? Algo que no sea un relato, una síntesis de campaña, como que vengo a terminar con la pobreza, con esto o con lo otro. Nos han desacostumbrado a lo que debiera ser normal: venir con un plan, decir este es el programa para mi país y este es el plan para ejecutarlo. Es de locos que no tengamos ni eso”.

A manera de propuesta hacia adelante, dijo: “Tenemos muchos antecedentes de los que agarrarnos para poder retomar la senda. Y eso, en última instancia, es una esperanza. Hoy estamos parados en el peor de los mundos que podríamos imaginar: en un 50% de pobreza, el 70% de los niños del conurbano bonaerense están bajo la línea de pobreza. Hubo un tiempo en el que todos nos referíamos a África o a los países del Caribe como íconos de la pobreza y ahora somos nosotros. Es como si el peronismo no hubiese pasado por Argentina. Hemos retrocedido enormemente. Además, se ha fomentado desde el Estado y desde parte de las organizaciones de la comunidad, un esquema de vida que parece tranquilo y cómodo: el del subsidio y la lógica del pobrismo. Vivimos en el subsidio indignamente: ‘viví con esto, porque con esto te tiene que alcanzar’. No tenemos capacidad de desarrollar un proyecto personal o tu proyecto personal puede ser agarrar un carro y llevar a tus hijos de paseo a recoger cartones por la Ciudad. Nadie pone en discusión eso. Se acercan las elecciones y cada tanto alguien empieza a decirnos que hay que crear trabajo; pasa la elección y se acabó esa idea de trabajo. Es increíble. Eso trae consecuencias gravísimas. Si tienes cuatro décadas y media de destrucción del empleo, generaciones de hijos, padres y abuelos que no trabajaron, no sólo destruiste la cultura de trabajo. También destruiste la cultura del encuentro, destruiste la familia. La miremos por donde la miremos estamos ante una situación gravísima, muy delicada. Sin embargo, reitero, nosotros como pocos países del mundo, tuvimos las claves para sacar al país adelante. Tenemos los hombres y las mujeres capaces para sacarlo adelante; no sólo tenemos los recursos, somos un país tocado por la varita de Dios. Son incalculables la cantidad de hechos que lo demuestran, y eso me encanta. Somos del país del Papa, somos el país de Messi, somos el país de Maradona, somos el país de Perón. No nos cansamos de consolidar el mito del país elegido. No tengo dudas de que no vamos a renunciar a lo que queremos, y por eso sostengo la fe. Si uno no baja los brazos y sigue peleando por esto, es porque estamos convencidos de que somos un país predestinado a otra cosa, por más que nos quieran convencer de lo contrario. Porque de cada hecho nosotros construimos una épica de lo que somos capaces. Lo que nos tiene que dejar tranquilos, y nos tiene que mover a seguir, es que siempre ahí va a haber un pueblo en el que apoyar este proyecto que necesitamos revitalizar. Y que tenemos las claves, no hay mucho secreto en esto. Hay que tener en claro quién es enemigo, hay que sentarse a dialogar, hay que buscar los puntos que tenemos en común. No es el ámbito de diálogo la Justicia, al menos, para sacar al país adelante. Convirtieron a la Justicia en un campo de batalla entonces y no veo el momento de que eso se termine. Es una pesadilla permanente en la que siguen alimentando esta lógica de ‘no nos vamos a juntar a discutir a la Argentina y vamos a seguir con el circo de que nos enfrentamos por algo’, una falsa épica y un falso relato de una épica que no es tal. No sé a quién conmueve Macri diciendo que es un perseguido político o Cristina diciendo que es una perseguida política, porque a la gente le pasa otra cosa. Cuénteme ustedes, que son militantes, cuando escucharon completa alguna declaración de Macri o de Cristina referida a la persecución política que sufren en la Justicia. Nunca. Porque estamos esperando que alguien nos diga cómo salimos de esto, estamos esperando que los mejores, porque conocemos buenos en todos los espacios políticos, se sienten a una mesa. Ese día no van a venir más a la Justicia. Y la Justicia va a seguir haciendo lo que tiene que hacer. No va a salir más en los medios por esto. Puede ser que tenga que ir alguno preso, pero a nosotros no nos va a cambiar el eje. Al contrario, de hecho, somos nosotros lo que tenemos que empezar a poner el eje de las cosas”.