¿Qué es el Sakoku? la política pública que moldeó la cultura japonesa

Por Rocio Montero Bustamante

Japón es actualmente conocido por su asombrosa industria tecnológica y su ancestral cultura la cual, a pesar de haber atravesado constantes procesos de globalización, se conserva y admira mundialmente. El país del sol naciente se vio históricamente influenciado por su posición geográfica. Su condición isleña lo mantuvo al margen frente a la dominación de China, y a su vez, le permitió evadir al imperialismo europeo (Yoshido Masuda, 1972). Estos hechos podrían explicar la tendencia por parte del país nipón hacia las políticas aislacionistas e incluso la incomodidad por parte de la sociedad frente a la inmigración. 

Pese a que hoy en día las autoridades están en busca de mano de obra migrante y barata, tal como explica Laura Plitt, Tokio está lejos de convertirse en una capital multicultural y los prejuicios hacia los extranjeros aún persisten (L. Plitt, 2019). Esto puede verse reflejado en su porcentaje de inmigrantes, el cual no supera el 2%. Una política pública del siglo XVII llamada sakoku pareciera ser la responsable de estos comportamientos pero, ¿cómo puede ser que una medida aplicada hace casi 400 años haya parcialmente moldeado semejante civilización? 

Corría el año 1603 y en Japón regía un tipo de gobierno militar conocido como el shogunato. El mismo duró desde fines del siglo XII aproximadamente hasta la Revolución Meiji en el año 1868. El shogunato Tokugawa, tercer y último shogunato, ascendía al poder al mismo tiempo que el país comenzaba a recuperarse tras un período de más de 100 años de guerras civiles. El shogu Tokugawa Ieyasu, fundador del clan Tokugawa, controlaba el poder militar japonés, las relaciones exteriores y la dirección de la política interna, además negociaba con los daimyo, señores feudales. Según Tores y Anderson, este gobernante se caracterizó por ser muy severo y gobernar con mano de hierro (Guevara Torres, Ronald Anderson, 2019).

Dos hechos pueden ser considerados como los principales motivos por los cuales Ieyasu decidió implementar el sakoku. Por un lado, la llegada del cristianismo a Japón, a mediados del siglo XVI, la cual a pesar de haber causado en una primera instancia cierta fascinación e intriga en la población nipona, con el tiempo fue considerándose una amenaza para el centralismo de los Tokugawa. Por el otro, el surgimiento de importantes colonias, especialmente españolas y portuguesas, en zonas como en las Filipinas. Ansiando establecer un gobierno totalitarista y unificado, y queriendo proteger a la nación frente a las amenazas externas, el shogu decide expulsar a todos los extranjeros que se encontraban en territorio japonés y poner en marcha lo que se conoce como el sakoku. 

El sakoku entonces comenzó a regir en el año 1639 como consecuencia de estos hechos. Su implementación se basó en la restricción de Japón con el exterior, prohibiendo la entrada o salida de personas al país, amenazados con la pena de muerte, y permitiendo únicamente el comercio con Holanda, China y Corea. Sin embargo, este período es conocido no sólo por su prolongada paz, sino también tal como indican Guevara y Torres, por el hecho de haber logrado determinar las características principales y actuales de esta sociedad (Guevara Torres, Ronald Anderson, 2019). 

La principal razón de este característico desarrollo social bajo la política del sakoku, se debe al aislamiento comercial y cultural del país. Al no entablar relaciones con otros tipos de civilizaciones, se permitió un gran florecimiento cultural, moldeando un mismo modo de pensar, una misma conducta social y una misma escala de valores. Es bajo este período en el cual surgen nuevos adentrados en las artes, como la burguesía, y aumenta a su vez la demanda de productos artísticos, impulsando la creatividad en general. Estos hechos serían suficientes para brindarle al país numerosos avances artísticos, tal como lo fue la escuela artística de Ukiyo-e, ayudando a que se enriquezca aún más.

Hoy en día aún podemos apreciar rasgos de esta cultura japonesa que viene desde el siglo XVII. En consecuencia de estos dos siglos sin intervención externa alguna, su civilización ha podido solidificarse y potenciarse logrando conservarse a lo largo del tiempo.  De hecho, se considera hoy en día una de las culturas más auténticas e inquebrantables a nivel mundial. Tal como afirma Daniel G. Aparicio “el teatro kabuki, la ceremonia del té, los Jardines Zen, el arte de la caligrafía y sus complicados kanjis, los ninjas y los samuráis, las geishas, los kimonos, el harakiri, los hikikomori…” (D.G. Aparicio, 2013) son tan solo algunas de las incontables imágenes culturales asociadas al país. 

Sin embargo, estos eventos dejaron de igual modo, una sociedad más bien cerrada a la inmigración, en donde la homogeneidad ética es considerada un ideal. Un reflejo de este punto es la prohibición de la entrada de extranjeros a ciertos negocios o el hecho de que muchos propietarios no permitan inquilinos extranjeros. Es esta resistencia a la apertura cultural lo que permite explicar problemáticas actuales tales como la superpoblación anciana.