Relaciones República Popular China-Argentina: la cuestión Taiwán

Por: Carolina Perez Quiroga

La cuestión taiwanesa pareciera ser uno de los ejes rectores de la política exterior de la República Popular China (RPC). De hecho, el reclamo “una sola China” consiste en la existencia de una autentica China y en la unificación de esta. Esta demanda, luego, es apropiada por la RPC de modo tal que el reclamo se centra en la legitimidad de este país como la auténtica China. Siguiendo la teoría de la Escuela Inglesa de las Relaciones Internacionales (Bull, [1977]2012), esta política puede ser vista como una norma fundamental para la política exterior de la RPC y para la socialización con los demás países. Este conflicto se encuentra latente desde hace décadas y, esporádicamente, las chispas se encienden. Históricamente, la Argentina ha tomado una postura de no intervención respecto de los asuntos internos de los estados. Si bien la Argentina no es un factor determinante en este conflicto, dependiendo del curso de acción que tome se podría ver perjudicada geopolítica y económicamente, por ejemplo, con los acuerdos ligados a la ruta marítima de la seda o la renovación del Acuerdo de SWAP e incluso perjudicarlos acuerdos para sanear la deuda con Estados Unidos. 

Inicio del Conflicto 

El conflicto comenzó luego de la Segunda Guerra Mundial cuando Japón pierde una isla la cual pasa a ser gobernada por China con el consentimiento de Estados Unidos y Reino Unido. Mientras tanto, en 1927 acontece la guerra civil china entre los comunistas y los republicanos nacionalistas. Cuando los segundos son derrotados y se establece la República Popular China, una gran proporción de militantes, incluido su líder, escapan a Taiwán donde instauran la Republica China. Dado el contexto internacional, una amplia cantidad de países reconocieron a la segunda República como legítima. Ahora bien, en 1979, çEstados Unidos cambia formalmente su postura respecto a esta cuestión posicionándose del lado de Mao con el objetivo de explotar la rivalidad chino-soviética en el contexto de la Guerra Fría. Sin embargo, informalmente, continuaba siendo el principal aliado de la Republica China. Desde ese momento en adelante, el apoyo por parte de los países a Taiwán entró en declive. Hasta la fecha solo 15 países reconocen a la República China como la auténtica China. Si bien la meta “una sola China” es perseguida por ambas partes, esta pareciera haber sido apropiada por la República Popular China quien obtuvo la posibilidad de representar a China en la Organización de las Naciones Unidas. 

Los vínculos Argentina-RPC

En sus comienzos, la postura de la República Argentina fue ambivalente, al igual que la de la gran mayoría de países que se encontraban en su posición. En un primer momento, la Argentina se abstuvo a la Resolución 2.758, la cual lidiaba con la “Restauración de los derechos legítimos de la República Popular de China en las Naciones Unidas”. No obstante, en 1972, finalmente, la Argentina reconoció a la República Popular China. Aun así, el mero reconocimiento diplomático no fue suficiente. Es por esta razón que tanto la República Popular China como la Republica China intentan asegurar el apoyo de los países por medio de la provisión de asistencia para el desarrollo económico (Maggiorelli, 2020). En ese sentido, las relaciones económico-comérciales entre la República Popular China y la Argentina se han intensificado dado que el primer país no solo compra materias primas provenientes de actividades primario-extractivas, sino que también hace grandes desembolsos en IED. Slipak (2014) destaca que esta situación también se puede observar con los países del Cono Sur salvo con Paraguay, porque no reconoce a la Republica Popular como la auténtica China.  

Los vínculos que establece la Republica Popular con nuestro país no solo están ligados a cuestiones económicas, sino que también están estrechamente relacionados a la cuestión Malvinas. En vez de tomar el principio de autodeterminación de los pueblos, la Argentina se ampara en el principio de la integridad territorial el cual implica la abstención de la “amenaza o uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier estado, o de cualquier otra manera incompatible con los Propósitos de las Naciones Unidas” (art 2, UN). Aplicándolo al caso taiwanés y siguiendo a Oviedo (2015) y a Cinti (2018), la Argentina entendió que el conflicto lo debía resolver la Republica Popular en su ámbito doméstico sin la intervención de organismos internacionales. De este modo, la Argentina obtendría el apoyo que busca y necesita para resolver el problema de Malvinas. No es menor que la RPC posea el poder de veto en el Consejo de Seguridad.  

 A su vez resulta imperativo considerar la importancia de las relaciones entre la Argentina y Estados Unidos. Escudé en Realismo Periferico (1992) plantea que “la política exterior de un tal país debe tener […] el perfil más bajo posible en todos aquellos temas en que la política del país se contrapone con la de las potencias dominantes, y debe adaptar sus objetivos políticos a los de la potencia dominante en su región” (p. 45). Siguiendo a Escudé, la política exterior argentina se debería alinear con la de Estados Unidos no solo por su poderío militar que justifica su rol de hegemón regional sino también por los problemas económicos que afligen a la Argentina ligados al histórico mecanismo de toma de deuda. Sin embargo, tomar esta decisión implicaría poner en riesgo al principal socio comercial de la República Argentina: la República Popular China. En ese sentido el país del sur se encuentra en una encrucijada. Si se posiciona fuertemente a favor de la República Popular, sufrirá la política reaccionaria de la RPC sabiendo que este es un comportamiento natural que ya ha sido utilizado con otros países. Ahora bien, si se posiciona enérgicamente a favor de la RPC, Estados Unidos podría dificultar el acceso de la Argentina al crédito internacional.

La búsqueda de un punto medio 

Resulta evidente que tanto la Argentina como la República Popular China comparten un interés político, estratégico y económico que se demuestra en los desembolsos de IED. Es por esta razón que la Argentina, históricamente, priorizó la relación con la Republica Popular debido al papel que ejerce este país en la contienda por la hegemonía global. Si bien es posible que nos encontremos en una encrucijada con una potencia en ascenso que posee un nacionalismo feroz (Schweller, R. L, 2014), es clave tener en mente las oportunidades que tenemos dada nuestra posición geográfica y nuestra relación con la Republica Popular para utilizar ambas como un recurso de poder en las negociaciones con Estados Unidos para obtener el financiamiento que necesita la Argentina. Es por ello que no debemos posicionarnos con vehemencia a favor de la República Popular China contra la Republica China. 

Bibliografía

  • Bull, H. (2012). The anarchical society: a study of order in world politics. Bloomsbury Publishing.
  • Cinti, F. (2018). ¿Una política de Estado? La política exterior argentina (1999-2017) hacia la República Popular China analizada desde la alternancia política.
  • Escude, Carlos, El realismo periférico: fundamentos para la nueva política exterior argentina, Buenos Aires, Planeta, 1992.
  • Maggiorelli, L. (2020). La cooperación internacional de China en el marco de la política de “una sola China” en América Latina y el Caribe. Revista Internacional de Cooperación y Desarrollo, 2(7), 139-162.
  • Oviedo, E. D. (2015). El ascenso de China y sus efectos en la relación con Argentina. Estudios internacionales (Santiago), 47(180), 67-90.
  • Schweller, R. L. (2014). China’s aspirations and the clash of nationalisms in East Asia: A neoclassical realist examination. International Journal of Korean Unification Studies, 23(2), 1-40.
  • Slipak, A. M. (2014). América Latina y China: ¿cooperación sur-sur o Consenso de Beijing?