CAMBIO CLIMÁTICO Y RELACIONES MULTILATERALES: La búsqueda del liderazgo climático en la Ciudad de Buenos Aires

Por Aldana Vidal

A partir de la globalización y la expansión de las tecnologías de la comunicación e información, nuevas agendas se abrieron paso a nivel global desafiando una vez más las capacidades y recursos de los Estados para poder gestionarlas. Entre estas, el cambio climático, se destaca como una de las más importantes. Esta temática es un punto clave de la gobernanza global actual y como tal, involucra una amplia gama de actores por fuera del ámbito estatal, como gobiernos locales, ONG, organizaciones internacionales e instituciones privadas.

En este contexto los gobiernos locales juegan, cada vez más, un rol fundamental teniendo en cuenta la cercanía de estos para con su ciudadanía y su habilidad para el planeamiento, implementación y evaluación de las políticas necesarias para la lucha contra el cambio climático. Un ejemplo claro de esto es el nuevo protagonismo adquirido por las ciudades a nivel internacional, siguiendo el concepto de paradiplomacia como la implicación de los Gobiernos No Centrales en las relaciones internacionales.

Hoy en día, según la Organización de las Naciones Unidas, aproximadamente un 55% de la población mundial vive en ciudades, y se estima que la población urbana siga creciendo con el paso del tiempo (un 68% para 2050). A su vez, son también las ciudades quienes “consumen el 78% de la energía mundial y producen más del 60% de las emisiones de gases de efecto invernadero” (ONU, s.f). Estas cifras son representativas de la importancia, en especial de las megaciudades (área metropolitana con más de 10 millones de habitantes) a la hora de hablar del cambio climático. Su compromiso en esta área es fundamental si se quiere lograr un cambio verdadero a nivel global. 

Las relaciones que las ciudades desarrollan a la hora de cooperar y coordinar sus acciones en torno a esta materia pueden ser tanto bilaterales como multilaterales. Y en esta última esfera, una de las iniciativas más destacadas en las últimas décadas, pese a existir desde mucho tiempo antes, son las redes de ciudades. Estas se establecen como organizaciones formales, destacándose como plataformas multilaterales entre ciudades que facilitan el debate y resultan esenciales a la hora de promover iniciativas y buenas prácticas entre sus participantes para el tratamiento local de una problemática global como lo es el cambio climático. Respecto al clima, se resaltan el Grupo de Liderazgo C40, el ICLEI (Gobiernos Locales por la Sustentabilidad) y el Proyecto de Divulgación de Carbono (CDP por sus siglas inglés). A su vez, también sobresale el papel del conocido Pacto Global de Alcaldes por el Clima y la Energía, el cual surgió producto del liderazgo de las redes globales como el C40, ICLEI y la Red Mundial de Ciudades y Gobiernos Locales Unidos (CGLU) junto con el apoyo de ONU-Hábitat. 

A su vez, estas redes sirven también como potenciadores de las ciudades a nivel internacional, permitiéndoles una participación activa en los temas relevantes de la gobernanza global. En este marco, los programas implementados a nivel local pueden servir como instrumentos de proyección externa en caso de ser reconocidos por estas redes, transformándose en buenas prácticas que tomen en cuenta otras ciudades dentro de la red. Incluso la Ciudad de Buenos Aires implementa programas en búsqueda de lo que define como “liderazgo climático”, es decir, el posicionamiento de la Ciudad como un actor comprometido frente a la lucha contra el cambio climático a nivel global junto con otras megaciudades.

Será vital la coordinación y articulación de los actores públicos (Estado, ciudades, gobiernos locales y organizaciones internacionales) y privados (empresas, ONGs, entre otros) si el objetivo que se busca es conformar un frente comprometido en la lucha contra el cambio climático. En este contexto, resulta interesante entonces observar, no sólo cómo se da la cooperación entre las ciudades dentro de estas organizaciones, sino también los intereses y objetivos de cada una que motivan su participación en la dinámica global.