El giro a la izquierda latinoamericana

Por: Sofía Ventura

El giro a la izquierda en Latinoamérica

Con el reciente triunfo del candidato por Colombia Humana Gustavo Preto en el país latinoamericano, aumenta la cantidad de gobiernos de izquierda y con ello las especulaciones acerca de una nueva marea rosa en América Latina. Ahora, la incógnita es si será un proceso que tendrá continuidad a mediano o largo plazo, o si se convertirán tan sólo en cambios pendulares en la región.

EL ORIGEN

La marea rosa fue una oleada de gobiernos de izquierda que comenzó en 1998 con la victoria de Hugo Chávez en Venezuela y continuó posteriormente con la llegada al poder de candidatos como Lula da Silva en Brasil, Tabaré Vázquez en Uruguay, Evo Morales en Bolivia, Néstor Kirchner en Argentina, Rafael Correa Delgado en Ecuador, Daniel Ortega en Nicaragua, Fernando Lugo Méndez en Paraguay y Mauricio Funes Cartagena en Honduras. Se denominó de tal forma para indicar la “moderación” de sus ideas en relación con el comunismo, cuyo color representativo era el rojo. Esta primera oleada surge a raíz del descontento popular con los resultados de los cambios sociales, económicos y políticos causados por las medidas neoliberales del Consenso de Washington. Quienes lograron aglutinar las demandas y liderar las protestas de la población, llegaron al poder en búsqueda de romper con tales políticas económicas. Pese a los distintos matices, los gobiernos de izquierda concebían un interés en común en tomar medidas para revertir el aumento de la pobreza y desigualdades socioeconómicas mediante una mayor intervención del Estado en el mercado, como también cambios en la redistribución de la riqueza. Además, buscaban mejorar las oportunidades de los grupos desfavorecidos y brindarles protección social contra las inseguridades que suponía el mercado (Roggeband, C. 2021). 

Gracias a los precios récord de las materias primas que les brindaron condiciones económicas idóneas, los gobiernos fueron capaces de llevar a cabo muchas de las ideas propuestas. Si bien varios estudios han confirmado que fueron capaces de disminuir de manera significativa la pobreza, no lograron progresos en cuanto a la redistribución de la riqueza debido a sus fracasos por reducir la concentración de ingresos de los grupos situados en la cúspide de la pirámide social de cada país. (Badia i Dalmases, F. 2018). Según las cifras presentadas por Investigación Nacional de Muestras de Domicilios, el número de brasileños en la miseria se redujo un 19,18% entre el 2003 y el 2005, durante los tres primeros años de Gobierno de Lula da Silva; mientras que, de acuerdo con datos del INDEC, en 2006 la pobreza en Argentina se redujo al 31,4% respecto del primer semestre de 2004 con Néstor Kirchner, que había alcanzado un 44,3%

A esta primera marea rosa le siguió un corto período con gobiernos de derecha, aunque no tan marcado y sobre el cual no entraremos en detalle. Sin embargo, en los últimos tiempos se puede ver una creciente tendencia a volver a optar por gobiernos de izquierda, pero, ¿cómo se explica el retroceso de la derecha? 

DECLIVE DE LA DERECHA 

Los partidos de derecha que gobernaron la región han padecido una aguda y generalizada pérdida de apoyo en los últimos tiempos. Aunque algunos países, como Argentina y Venezuela ya se encontraban en crisis antes, el cambio en la decisión de los votantes se explica en gran medida a partir del enojo de la población frente al malestar social y económico que la crisis sanitaria por COVID-19 y la tensión por la guerra ruso ucraniana ocasionaron en todo el globo. La inflación, los largos períodos de aislamiento preventivo, el aumento de la pobreza, la falta de vacunas y los miles de muertos son solo algunas de las consecuencias. 

De acuerdo con la edición de junio de 2020 del informe del Grupo Banco Mundial, sería la peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial y la primera vez desde 1870 en que tantas economías experimentarían una disminución del producto per cápita (Banco Mundial, 2020). Frente a este escenario, la derecha ha perdido poder ya que sus medidas no han logrado dar respuestas satisfactorias a los problemas que azotan a la región. Sin embargo, los hechos demuestran que en muchos países el descontento incluso viene desde antes de la pandemia. A partir de 2019, se han dado grandes manifestaciones sociales en Latinoamérica, como por ejemplo una serie de protestas en Venezuela contra el Gobierno de Nicolás Maduro, en Ecuador contra Lenín Moreno y en Chile contra el Gobierno de Piñera, las cuales tenían como fin último mejorar el bienestar de los ciudadanos. Muchos autores, como el argentino Andrés Malamud, han llegado a afirmar que la región atraviesa una “crisis de representatividad” en la cual los partidos políticos ya no serían capaces de responder a las exigencias de los ciudadanos, sino solamente a sus intereses personales.

Lo cierto es que desde 2018, los ciudadanos de diversos países han decido optar por candidatos progresistas cuyas agendas apuestan por dotar de una mayor importancia a temáticas como la protección del medioambiente contra el cambio climático, paridad de género, la redistribución de la riqueza, las energías renovables, otorgamiento de nuevos derechos civiles y la afirmación nacional frente a actores externos. Inclusive países en los que la izquierda nunca había gobernado, como es el caso de Colombia, han logrado llegar al poder, sumándose al bloque de izquierda conformado por Perú, Bolivia, Venezuela, Argentina, Chile, entre otros. 

En este contexto también cabe la posibilidad de que Brasil se sume a esta ola, luego de que en los últimos meses se percibiera una inclinación por parte de la opinión pública de volcarse hacia el líder del Partido de los Trabajadores (PT), Lula da Silva. Según las encuestas publicadas por el Instituto Data folha el 19 de agosto, el expresidente obtuvo el 47% de intenciones de voto, seguido del actual gobernante Jair Bolsonaro con un 32%. 

DESAFÍOS PARA LA “NUEVA” IZQUIERDA

Pese a su ascenso al poder, los nuevos gobiernos de izquierda ya presencian conflictos internos en sus territorios que ponen en duda una prolongada estadía en el poder. Gabriel Boric, el joven presidente de izquierda en Chile, quien apenas llegó al poder el pasado 11 de marzo, debió hacer frente al rechazo de la nueva Constitución en el plebiscito que se llevó a cabo este domingo 4 de septiembre. Alberto Fernández, actual presidente de Argentina por el Frente de Todos, también ve difícil una relección luego de que su imagen pública decayera tras escándalos, internas dentro de la coalición y una imparable inflación. Pedro Castillo, presidente de Perú, ha sido víctima de reiterados intentos de destitución luego de que se lo acusara por corrupción e ineficiencia. 

Lo cierto es que los presidentes de Chile y Perú han visto colapsar sus índices de legitimación en cuestión de meses; en Argentina, los líderes de izquierda ven con pocas esperanzas una reelección, mientras que en Brasil el futuro es aún incierto. Ante esta situación, se avecina un complejo período para las democracias latinoamericanas, en donde la fortaleza de sus instituciones será crucial para superar la crisis política, social y económica que atraviesan. 

EL CASO ARGENTINO

La victoria de Alberto Fernández en Argentina frente al presidente de ese entonces, Mauricio Macri, marcó el comienzo de la seguidilla de derrotas de la derecha en el resto de la región. El líder de la coalición Cambiemos, había llegado al poder en diciembre de 2015, acabando con los 12 años de gobiernos kirchneristas. Antes de asumir la presidencia, el centro derechista prometía corregir el déficit fiscal, disminuir la inflación y lograr pobreza cero. Sin embargo, según estudios del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG), tales promesas estuvieron lejos de volverse realidad. La inflación acumulada de 2019 registró un 53,8%, el nivel más alto en 28 años, según informó el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) y, desde su asunción hasta poco antes de acabar su mandato, el precio del dólar se incrementó de 9,85 pesos a 62,9 pesos, lo que equivale a un incremento del 539% en cuatro años de gestión. Sumado a esto, la tasa de desempleo, según varios organismos internacionales como el FMI, el Banco Mundial o la CEPAL, se situó en el segundo trimestre de 2019 en un 10,1%. En este contexto, el préstamo al Fondo Monetario Internacional por más de US$50.000 millones terminó por deteriorar su imagen pública.  

De esta manera, los problemas económicos acumulados y agravados a lo largo de años presentaron un punto de partida desalentador para Alberto Fernández, quien además debió enfrentarse a la crisis sanitaria por COVID-19 desatada en marzo de 2020. El presidente ha sufrido múltiples críticas por su manejo de la pandemia, siendo sólo algunas la falta de vacunas, los 100.000 fallecidos, la fiesta en Olivos, el prolongado aislamiento preventivo obligatorio y una inflación galopante que ya tenía antecedentes. Como consecuencia, el oficialismo sufrió una aplastante derrota durante las elecciones legislativas en 2021 y perdió Quórum en el Senado. Esto obligaría al Frente de Todos a negociar y generar consensos con la oposición, dificultando los procesos de toma de decisiones.

CONCLUSIONES

En conclusión, la nueva izquierda llegó al poder en un contexto global complejo que limita su margen de acción en comparación con los gobiernos de la primera marea. Los recién llegados no gozan de la bonanza económica que sí tuvieron sus predecesores gracias al boom de las commodities, enfrentándose así al desafío de cómo financiar las reformas propuestas.  

Por otro lado, muchos de los gobiernos no cuentan con grandes mayorías en los congresos, por lo que deberán hacer concesiones y llegar a acuerdos para lograr la toma de decisiones. (Padinger, G. 2022). Con el deterioro de la imagen pública de los líderes y la crisis de representatividad que afecta al sistema político, pareciera que ningún partido, independientemente de su ideología, tiene asegurada al cien por ciento una larga estadía en el poder. Es menester mencionar que en el año en el que habría comenzado el giro hacia la izquierda, también se dio la victoria de los derechistas Abdo Benítez en Paraguay y Jair Bolsonaro en Brasil, dos años más tarde la de Lacalle Pou en Uruguay y en 2021 Guillermo Lasso en Ecuador. Por éstas razones, resulta prematuro ponderar el fenómeno de la nueva izquierda en la región. Los gobiernos deberán dar solución a los problemas que afectan sus territorios rápidamente en pos de recuperar el apoyo de la población si desean mantenerse en el poder por más períodos. Aún queda por ver lo que sucederá en las elecciones en Brasil y Argentina para saber cómo va a devenir el tablero político de América Latina.

Bibliografía

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