Iniciativa medio ambiental provincial: proyecto de etiquetado ecológico misionero

Por Pamela Quintana Salazar

Compromiso argentino y la participación provincial

Durante la Cumbre de Ambición Climática de diciembre de 2020, el presidente Alberto Fernández anunció que, para 2030, Argentina lograría aumentar en un 25,7% la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. Sin embargo, según el Climate ActionTracker (CAT), el país aún se encuentra entre los Estados que han demostrado ser “críticamente ineficientes” en el cumplimiento de la meta acordada respecto al calentamiento global, mediante el Acuerdo de París. En adhesión, Climate Transparency (2020) sostiene que, a pesar de los esfuerzos y avances del país, aún se necesita un mayor impulso desde el gobierno para incentivar la producción y el consumo responsable con el ambiente.

Para subsanar esta problemática, especialistas sostienen que es necesario incorporar de manera eficaz la temática de cambio climático a las prioridades de los gobiernos provinciales, y se defiende la importancia de brindar seguimiento a los proyectos provinciales que busquen promover prácticas de consumo y desarrollo sostenible, como forma de fomentar el debate en el ámbito provincial.

Vanguardia misionera y una nueva iniciativa:  la ecoetiqueta

En este contexto, son muchas las legislaturas provinciales que se encuentran trabajando sobre la temática. Una de las más involucradas es Misiones, que ha demostrado estar a la vanguardia.Desde octubre de 2020, se consagró como la poseedora del primer ministerio de cambio climático en América Latina, creado con el propósito de brindar mayor jerarquía a la perspectiva ecologista e impulsar el trabajo conjunto con el resto de los ministerios para la implementación de políticas sustentables,fomentando el cuidado ambiental desde una visión integral. Adicionalmente, la provincia ha sido reconocida por la ONU como la provincia líder en el desarrollo de políticas para el cambio climático.En consecuencia, en la actualidad, se encuentran en debate diversos proyectos sobre la temática. Uno de ellos es el proyecto de etiquetado ecológico: un sistema que busca alentar el consumo y la producción sostenible, y ya ha sido implementado en la Unión Europea, mostrando tener resultados beneficiosos tanto para los productores como para los consumidores.

Pero ¿de qué se trata? Las etiquetas ecológicas forman parte de un sistema de clasificación ambiental mediante el cual se certifica que determinados productos, bienes o servicios contribuyen de forma significativa al cuidado del medio ambiente. Consisten en distintivos voluntarios en bienes, servicios o productos que cumplen con una serie de criterios de sostenibilidad ambiental en el proceso de fabricación, uso, comercialización o finalización de su vida útil. De esta forma, se usan con el objetivo de informar y promover en los consumidores el uso de productos de impacto positivo en el ambiente.

Según Verdes Carbarcos (2014), el eco etiquetado tiene tres objetivos básicos:

  • La sensibilización de los consumidores en relación con la adquisición de productos cuya repercusión ambiental sea mínima.
  • La incentivación de las empresas hacia una producción y distribución lo más ecológica posible.
  • La perseverancia del medio ambiente, por sobre todo.

Constituyéndose así en una de las técnicas básicas de conservación del entorno. 

Fuente: Canga, J.L (2012), Instituto de Superior de Medio Ambiente

Los beneficios de una correcta implementación

Las etiquetas ecológicas no son simples distintivos en un producto, tienen beneficios concretos – tanto para consumidores como para productores -:  

En primer lugar, son una guía confiable y fácil de usar para productos que ayudan al medio ambiente de alguna manera. Esto representa una ventaja para los consumidores, debido a que, con la difusión de la conciencia ambiental de los últimos años, estudios han demostrado que la alimentación es un área donde los consumidores están crecientemente preocupados por su huella de carbono (Jansson J. & Nordlund, A., 2010). Así, en este terreno, los sujetos toman sus decisiones basados en qué productos tienen el menor impacto negativo en el medio ambiente y el clima, e incluso están dispuestos a pagar un precio diferencial por los productos y servicios que son menos perjudiciales para el medio ambiente y el clima.

En segundo lugar, para los fabricantes, las etiquetas ecológicas ofrecen un posible punto de diferencia y una ventaja competitiva. Esto debido a que las estrategias de marketing ecológico han demostrado contribuir a que los productos aumenten su valor agregado y contribuye a que puedan mejorar su imagen frente a sus stakeholders y principales competidores, en un mediano y corto plazo debido a que la población se inclina cada vez más a la adquisición de productos ecológicos. Además, con el uso eficiente de los recursos naturales, las empresas han demostrado poder mejorar la productividad (Salas Canales, H.,2018)

Adicionalmente, las etiquetas fomentan un aumento general del rendimiento medioambiental, incluso entre productos que no están etiquetados. Según la Organización Internacional de Normalización (ISO) – el organismo que garantiza la uniformidad mundial en la forma de medir las cosas- el objetivo de las etiquetas ecológicas es alentar la demanda y el suministro de aquellos productos y servicios que causan menos estrés ambiental, estimulando la posibilidad de una mejora ambiental continua impulsada por el mercado. Así, una mejora en la venta de los productos respetuosos del ambiente podría transformarse en un incentivo que lograseelevar los estándares de producción en el país.

Posibles desventajas 

Empero, así como se encuentran ventajas, también se pueden encontrar puntos en contra. Uno de los argumentos, tomado como desventaja, es el coste adicional que podría generar a los empresarios, al empezar un proceso de certificación de estas características. Sin embargo, sobre esto se argumenta que la ecoetiqueta descansa sobre la voluntariedad. Es decir, los fabricantes o importadores son los que deciden someterse al proceso de certificación; consecuentemente se asume que la decisión de hacerlo será tomada luego de un cálculo costo-beneficio y, que, si se decide hacerlo, es porque los beneficios han demostrado ser mayores que los gastos. En este contexto, como ejemplo de que su implementación conlleva beneficios, la Unión Europea sostiene que el ecoetiquetado mejora la imagen de las empresas al mostrar responsabilidad social, al mismo tiempo que hace que los consumidores se inclinen a adquirir sus productos, aumentando sus ventas. Así, frente a una nueva sociedad que ha demostrado estar más preocupada por la cuestión ambiental, se convierte en una herramienta del marketing ecológico que ha demostrado posicionarse como una ventaja competitiva para las empresas que lo implementan (Salas Canales, H, 2018). 

Otra desventaja potencial sería que con la implementación de las ecoetiquetas se podrían dejar rezagadas aquellas empresas que carezcan de la información y la tecnología necesarias para lograr cumplir con los estándares del eco-etiquetado. Sobre esto se argumenta que, la ecoetiqueta debiera resultar la publicidad o argumento de venta más barato que pueda contratarse, al mismo tiempo que se debe entender la necesidad de que los gobiernos premien e incentiven a las empresas a renovarse y realizar mejoras continuas en pos del medioambiente (Márquez Ponce, R., 2018). Al mismo tiempo, la acelerada degradación del medio ambiente, obliga a los gobiernos a implementar medidas que impulsan el respeto del medio ambiente por parte de las empresa y, frente a esta realidad, el método de ecoetiquetado restringe el comercio y el ingreso al mercado mucho menos que otros métodos de conservación ambiental (Organización Mundial de Comercio, s.f.).

El mayor problema con el creciente interés en las compras amistosas con el ambiente, y las oportunidades de venta que generan, es que los fabricantes pueden sentirse tentados a hacer afirmaciones exageradas o engañosas sobre la calidad y los beneficios del producto. De esta manera, la confusión y desconfianza podría socavar sistemáticamente los productos genuinamente ecológicos. 

La propuesta misionera 

El mayor problema mencionado es exactamente el problema que las ecoetiquetas debidamente certificadas y diseñadas puedenresolver. Para que el sistema funcione, las etiquetas ecológicas deben ser confiables, fáciles de entender y fáciles de reconocer. Elproyecto de ley misionero se enmarca en esta problemática. El mismo está destinado a darle un marco legal – hasta el momento inexistente –  al etiquetado ecológico en la provincia, y así impulsarlo como forma de contribuir al uso eficaz de los recursos, así como mejorar el nivel de protección medio ambiental.

El proyecto fue presentado por el diputado Julio Barreto, y pretende establecer un sistema de etiquetado ecológico provincial. El mismo tiene por finalidad proteger el ambiente disminuyendo el impacto final que ejerce la actividad de la persona humana o jurídica sobre el ambiente; no solo mediante la implementación de estos distintivos sino también a través del otorgamiento de beneficios y exenciones (que guarden relación con la reducción de impacto ambiental) a aquellos sujetos que la obtengan. Al mismo tiempo, el Gobierno se compromete a tener preferencia por la adquisición y contratación de bienes, servicios y productos provinciales con este tipo de etiquetas.

Por último, para sostener la transparencia del sistema, propone la creación de un registro único de bienes, productos y servicios con etiqueta ecológica de libre acceso para cualquier persona. Al mismo tiempo,instituye al Ministerio de Cambio Climático como autoridad encargada del establecimiento de los estándares para la concesión de la etiqueta, así como del control del sistema.

Un viejo debate y necesidad de un verdadero marco regulatorio

Cabe destacar que el uso de etiquetas ecológicas y su debate no es nuevo en el país. Según Iglesias Darriba, C. (2018), el fundamento de su existencia se encuentra desde la propia Constitución Nacional en el Artículo 17, que protege a las marcas sustentables, y en el propio Artículo 41, que postula el derecho al ambiente sano. En adhesión, existe un sistema normativo que admite las marcas sustentables y las etiquetas ecológicas, y limita sus alcances a través del estatuto normativo de los consumidores (Ley N° 24.240 y CCyC).

          Fuente: Elaboración propia.

Las etiquetas ya funcionan en el país: entre los países de la subregión del Cono Sur, Argentina se encuentra en 3er lugar de los países con sellos activos que certifican sustentabilidad ecológica. Pero, aún no existe una regulación expresa para la misma, y las iniciativas se dan a nivel provincial (Gillet, S.,2014). Consecuentemente, las normas que las regulan son las normas generales sobre marcas (Ley N° 22.362) y sobre marcas colectivas en su caso (Ley N° 26.355), la normativa referidas a los productos orgánicos, ecológicos y biológicos (Ley N° 25.127).